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¿¡CURIOSO!?


Columna de Opinión de Patricio Jaramillo


Resulta curioso que la actual pandemia (bien sea de origen natural o creada en un laboratorio), nos ponga de frente a aspectos que siendo claves en la vida del ser humano, hayan estado tan postergados dentro de los modelos actuales de convivencia.


Curioso que una de las formas más eficaces para combatir este virus sea el permanecer en casa con nuestros seres más cercanos y tener el espacio (y quizás el tiempo) para retomar viejas costumbres que transforman esa “casa” en un hogar. Alternar los tiempos entre el estudio, el trabajo, las labores de casa, el cuidado de los niños. Todo ello aunque desgastante y hasta estresante por las condiciones en que se dan, nos permiten encontrarnos a lo largo del día para compartir los alimentos que juntos preparamos, y conversar aquellos temas que hace tiempo no se hablaban. Hoy no solo es tiempo de ver pantallas, es tiempo de mirarnos a los ojos.


Curioso que el virus nos interpela directamente a cuidarnos entre todos, valorando a los más frágiles y muy especialmente a nuestros adultos mayores. En una sociedad donde los códigos de vigencia y pertinencia son otros, el virus nos pone frente a la necesidad de ser sensibles y solidarios con quienes van adelante en el camino de la vida, y que experimentan con mayor evidencia algo que también obviamos y parecemos ignorar… nuestra propia fragilidad.


Curioso que una sociedad acostumbrada a moverse por otros intereses, hoy deba hacerlo por la Conciencia, el Amor y el Compromiso. Ellos debieran ponernos frente a la magnitud del problema y guiarnos en el discernimiento del correcto actuar. Ese actuar que deje de lado los egoísmos, las miradas cortoplacistas, el individualismo, y nos permitan buscar el Bien por sobre todo. El Bien con mayúscula, ese que no resiste más postergaciones o eufemismos.


Curioso que en una de las crisis institucionales más profundas que ha atravesado la Iglesia, en donde los medios se transformaron en fines y la esencia se estaba diluyendo, ésta sea llevada de regreso a lo más propio de la Iglesia primitiva. Esa Comunidad de la oración espontánea, cotidiana y familiar; del amor sincero y generoso; de la solidaridad y del compartir con el más desprotegido; de la fe hecha vida.


Curioso que la mejor forma de enfrentar el virus sea una invitación a ser más persona, que la humanización de nuestro ser y actuar sea la llave para abrir la puerta de la salud, el bienestar y un nuevo desarrollo… ¿¡Curioso!?


Patricio Jaramillo Fernández.

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